Hace algún tiempo una reconocida revista de joyería argentina publicó una nota en donde se mostraban distintas fotos de  joyas, algunas de las cuales podrían entrar perfectamente dentro del rótulo de “joyería contemporánea”. La nota versaba sobre el “buen gusto” en la joyería, “buen gusto” al que las joyas exhibidas parecían no acceder según el autor. Otros términos como  “horribles”, “grotescas”, “incómodas” y “espeluznantes” engalanaban las fotos. No me sorprendió en lo más mínimo porque, salvo algunas excepciones, la línea editorial del citado medio apunta a trabajar con el mercado de la calle Libertad, mercado bastante distanciado de la llamada “joyería contemporánea”, aunque más cercano a posibilitar la supervivencia de la revista.
No me sorprendió pero sí llamó mi atención, y fue el puntapié para hacerme algunos cuestionamientos: ¿cuánto hemos reflexionado sobre el concepto de belleza y su vigencia dentro del ámbito de la joyería contemporánea? ¿O, mejor dicho, sobre los parámetros de valoración que debería tener  una pieza de joyería que nos represente?  ¿Cuántas veces escuchamos  dentro de nuestro ámbito críticas que versan, en el mismo sentido que la nota anteriormente citada, sobre el buen o mal gusto de cierta pieza, o sobre la incomodidad o imposibilidad de portarla? Si acordáramos que el valor de una joya ya no reside en los materiales, como en la joyería tradicional, ni tampoco en el buen gusto y la belleza clásica ¿qué es entonces lo que dictamina que una joya quede en la memoria colectiva de la joyería contemporánea?
Si consideramos que la joyería contemporánea  tiene como una de sus patas constitutivas al mundo del arte (1), que a nivel mundial creció siendo parte de fuertes transformaciones artísticas y culturales que caracterizaron la década del ´60 (2). Que a nivel nacional tiene sus orígenes en los “joyeros modernos” (3), a la sombra del floreciente momento que vivía el campo artístico y cultural en nuestro país (4). Resulta lógico, entonces, plantear que  no podemos dejar de mirar al mundo del arte para tratar de entender el campo de la joyería contemporánea.

Arte para un mundo maldito

En 1917 Marcel Duchamp firma un mingitorio y lo presenta en el Salón de los Independientes de Nueva York cambiando para siempre la historia del arte. No es un hecho casual, sino que se inscribe en profundos procesos gestados de la mano de las vanguardias artísticas de la época, pero sí es definitivo: un producto industrial, seriado, “anestesiado estéticamente” (5) e inscripto dentro del circuito artístico  rompe con la concepción clásica de obra de arte y vuelve a la palabra “arte”  algo ambiguo, transformándolo no solo en una sensación sino también en una “cosa mental”.
La experiencia estética pasa de ser una “experiencia contemplativa” a ser una “experiencia de investigación”, la obra sacude al espectador, lo desafía presentándose como un problema a resolver: lo que estamos viendo ¿es o no una obra de arte?, el placer estético (6) se transforma entonces en placer teórico, podremos disfrutar  en la medida en que resolvamos los problemas que la obra plantea. Este desafío requiere de un espectador formado, conocedor de la historia del arte y la filosofía, pero sobre todo, de un espectador crítico, capaz de superar preconceptos y detectar en la obra síntomas de su tiempo. (7)
Como lo expresa Elena Oliveras: “Un arte basado en la categoría de belleza, el buen gusto o en  lo aurático no parece ser la más adecuada manifestación del mundo contemporáneo. El arte, sabemos bien, es síntoma de su tiempo, del espíritu del tiempo y el nuestro no parece caracterizarse precisamente por la belleza o la armonía sino más bien por lo feo o lo disonante. A un mundo sin certezas corresponderá asimismo un arte des-definido” (8)
Dentro de este nuevo  paradigma adquiere  sentido entonces que las joyas enmarcadas dentro de la llamada “joyería contemporánea” no obedezcan a los cánones de belleza clásica, sino que busquen producir en el espectador  experiencias que “deleiten, emocionen o produzcan un choque” (9)
Específicamente  la joyería  contemporánea, al surgir de la joyería clásica, creadora de objetos funcionales y portables, cuestionará sus orígenes no sólo ignorando los cánones de armonía, simetría y proporción propios de la belleza clásica, sino también observando la idea de portabilidad y de objeto suntuario, investigando el cuerpo humano y buscando nuevas relaciones entre la pieza y el portador, hasta llegar en algunos casos a prescindir del objeto, siguiendo el recorrido realizado por el arte contemporáneo hasta la actualidad y provocando en el espectador desprevenido la siguiente exclamación: ¡¿Y esto también es joyería?!

Texto: Leda Daverio

Foto: Obra “Clothing suggestions” de Gijs Bakker y Emmy van Leersum, 1970. Fotografia: Ton Baadenhuysen.

1 Lignel, Benjamin. ¿Qué es joyería contemporánea? Bethel. Metalsmith Magazine 2006. Traducción Laura Giusti Soriano, en la página web “Joyeros Argentinos”.
2 Según Andrea Giunta “La necesidad de borrar las fronteras entre el arte y la vida, de fusionar el arte y la política, el antiintelectualismo, el antiinstitucionalismo, el rediseño y la ampliación del concepto tradicional de “obra de arte” y la búsqueda de un nuevo público, son algunos rasgos recurrentes de la cultura de esta década. Giunta, Andrea. Vanguardia, internacionalismo y política. Arte Argentino en los años sesenta. Buenos Aires. Editorial Paidós. 2001.
3 Daverio, Leda. La joyería de autor en la Argentina: de los “modernos” a los “contemporáneos”. Investigación presentada al FNA. 2013.
4 Para un análisis de los impactos de la vanguardia cultural e intelectual en la Argentina puede consultarse a Longoni, Ana y Mestman Mariano. Del Di Tella a “Tucumán Arde”. Vanguardias artísticas y políticas en el ´68 Argentino. Buenos Aires. El Cielo por Asalto. 2000.
5 Es el término utilizado por Duchamp, el objetivo era anular toda aquella complacencia que pudiera haber en la contemplación del objeto, generando así indiferencia visual.
6 “Estético” proviene del griego aisthesis que quiere decir sensación, sensibilidad.
7 Ballo, Giacomo. Occhio Critico. Il nuovo sistema pa vedere l’arte. Milano. Longanesi. 1966.
8 Oliveras, Elena. Cuestiones del arte contemporáneo. Hacia un nuevo espectador del siglo XXI. Buenos Aires. Emecé.2008.
9 Tatarkiewicz, Wladimir. Historia de seis ideas. Arte, belleza, forma, creatividad, mímesis, experiencia estética. Madrid. Tecnos. 1997.

Artículo publicado en http://www.hilvanadasenzigzag.blogspot.com.ar/

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