Hoy escribo en primera persona. Este no es un artículo pretendidamente objetivo, ni neutro: parte de la certeza de haber vivido algo importante, y de la necesidad de reconocerlo y hacerlo evidente. Como todas las certezas, esta también se genera en la transformación que se produce cuando algo te afecta íntimamente. Es lo que me pasó el sábado, cuando junto a tantos colegas que no se perdieron palabra, escuchaba y me conmovía con lo que se decía en el estrado del auditorio del Museo Histórico Nacional.

No era una ocasión para dejar pasar: por primera y tal vez única vez, Leda Daverio entrevistaría públicamente a tres personas que dejaron huella en la joyería argentina que a nosotros nos interesa. Dispuestos a contarnos lo que quisiéramos preguntar estaban Malena Marechal, Ariel Scornik y Jorge Castañón.

Quienes leímos o asistimos a la presentación de la investigación hecha por Leda en 2013(*),  sabemos que Ariel Scornik y Malena Marechal -junto a Arnoldo  Fischer, Armando Sikorsky, Alicia Berlatzky, Egon Paul Hoffmann, Víctor Grippo, Ferrari Hardoy (h),  y Sofía Sabsay, entre otros-, formaron parte de los llamados joyeros modernos, que en los años 60 buscaron romper los cánones tradicionales de la joyería. A Jorge Castañón, nuestro más significativo joyero contemporáneo tanto por su obra como por su importancia como formador, todos lo conocemos.

El encuentro fue un interesante y ameno recorrido por historias, quehaceres, anécdotas y reflexiones que iban del pasado al presente permanentemente. Malena nos ilustró sobre su camino personal, su reconocimiento a Grippo con quien aprendió la rigurosidad del oficio y la libertad con que encaró su trabajo desde la búsqueda artística. Ariel nos contó cómo comenzó a trabajar con acero hace ya tanto, cuando a nadie se le había ocurrido, y luego con titanio, y cómo sus joyas cinéticas generaron curiosidad y atención en el público haciendo que su obra viajase por el mundo incluso lejos de su conocimiento. Sus intervenciones estuvieron matizadas todo el tiempo con anécdotas llenas de humor y riqueza. Jorge nos contó su recorrido por caminos materiales y conceptuales, el largo viaje de “La Nave” desde que tenía muy pocos tripulantes, y nos enriqueció una vez más con su mirada sobre la joyería argentina de hoy.

Esa mesa tenía algo más que tres presencias y una entrevistadora, había algo más que tres joyeros contado su propia experiencia; en ese diálogo frente al público se fue haciendo visible que entre todos los presentes había en común mucho más que el interés por la joyería de autor: había una historia por recuperar.

En un momento muy conmovedor, Leda mencionó lo inevitable: entre lo iniciado por los protagonistas de la joyería moderna en los sesenta/setenta y la joyería contemporánea que surgió a partir de los noventa, hay un vacío; un vacío de actividad, de registro, de trabajo común, de evidencia; un vacío que coincide con el quiebre, la ruptura que significó en todos los aspectos de la vida civil y cultural argentina, la dictadura cívico militar.  Tal vez tomados por sorpresa, o tal vez sin haber reflexionado antes sobre el punto, ni Ariel, ni Malena, ni Jorge tenían una idea pensada sobre la importancia de esa ruptura en el devenir de la joyería moderna y contemporánea en particular. 
Leda le preguntó a Jorge si reconocía en sí mismo alguna herencia de los joyeros modernos. Jorge no podía decir que sí. Nos contó que supo de este movimiento luego de la investigación que la propia Leda hizo en 2013. Con una insistencia conmovedora, Leda le recordó que en los años en que tenía un puesto en Plaza Francia, Jorge había conocido a Armando Sikorski, y que le había llamado la atención su joyería. “Es verdad”, respondió Jorge. Creo entender esa insistencia casi voluntarista: a veces no es fácil registrar la influencia recibida; a veces no nos damos cuenta de cuánto el entorno nos reorienta, quizás como un viento suave al que reaccionamos sin ninguna conciencia, o condicionados brutalmente por circunstancias incontrolables. Tal vez la joyería de Armando Sikorski fue una brisa agradable que conmovió de algún modo a Jorge, y si así fuera, encontraríamos allí, a lo mejor, uno de los hilos que sobrevivieron de todas las redes que la dictadura destruyó. Un hilo que sobrevive es una esperanza de victoria.

Finalizando el encuentro, Jorge señaló, refiriéndose a la abundancia de actividad en torno a la joyería contemporánea argentina: “Es muy bueno todo lo que está pasando”. Yo agregaría: las cosas no pasan solas. Por eso es tan importante el trabajo de cada uno de los actores que llevan adelante todos estos proyectos. En este caso en particular, hablo específicamente de Leda Daverio.
Leda no sólo rescató del olvido a la joyería moderna y sus protagonistas; más importante que eso, contribuyó a darle forma a una historia que no existía hasta que ella empezara a escribirla. La historia no existe si no se la formula, si no se la contiene en un discurso, si no se la cuenta. No en vano es la aparición de la escritura el hito que separa la historia de la prehistoria. Leda nos dio a todos esa posibilidad: la de encontrarnos con una historia de la joyería contemporánea argentina de la que nosotros formamos parte, porque tuvo un comienzo, porque se interrumpió, porque de alguna manera se reinició, porque ahora seguimos caminando en un amplio marco que nos contiene y que irá conformando el relato futuro de la joyería contemporánea argentina.
En esa labor, Leda empieza a rehacer lo que la dictadura rompió, encontrando los hilos que quedan, uniendo los cabos sueltos, y mostrándonos un nuevo tejido incipiente que a todos nos toca reforzar.
La entrevista pública del sábado no se trató solamente de un justo homenaje: compartimos un momento de reconstrucción histórica.
Leda lo dijo muy claro: más allá del registro que los mismos protagonistas tengan del hecho, o de la dimensión que le otorguen, la historia de los entrevistados tiene que ver con la historia de nuestro país.

Más que en el agradecimiento pletórico (que comparto), creo en el compromiso activo; en hacer que las cosas pasen. Cumplamos cada uno con nuestra parte; hagamos una red indestructible.

Laura Giusti

(*)“La joyería de autor en Argentina: de las/os modernas/os a las/os contemplaráneas/os”

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